El hombre que aparentaba para la mayoría de los ciudadanos españoles
ser un político, dialogante, tranquilo y sosegado en sus decisiones, no ha
tardado ni un mes en encabezar el comienzo de la contrarreforma.
El personaje, que hablaba: no hay ideología, ha comenzado su
andada, junto al ministro de educación, con el retroceso de España a los años
ochenta. Y en un ataque en toda línea contra la mujer. El retroceso de la Ley
del aborto, supone negarle a la mujer su derecho a decidir y mandar sobre su
cuerpo. Esta postura está en línea con las pociones de la iglesia. Toda la
lucha de la mujer por ocupar una posición de igualdad con el hombre, ha sido
parada en seco.
Entiendo que estas visiones de Ruiz Gallardón sea una forma de
desviar la atención sobre los problemas económicos que estamos sufriendo los
ciudadanos, pero lo que no puede ser es que la economía se use como medio
para recorta la libertad, y los derechos de los colectivos.
La contrarreforma ideológica se realiza sobre la base de la
mayoría absoluta obtenida por los conservadores. Cuestión cierta sobre
los que han ejercido el voto en las pasadas elecciones del 20N. Pero no tan
cierta, en lo referente a la mayoría social.
En las pasadas elecciones el PP, obtuvo 10,800.000 votos, cuatrocientos
mil votos más que los anteriores comicios. El PSOE, obtuvo 11,300.000 votos en
el 2007, no obteniendo la mayoría absoluta. Pero tenía más consenso
ciudadano. Y, sin embargo, no sé hicieron leyes de tanta ruptura social, como
la planteada por el ministro de Justicia.
Sé consensuó con el PP, el Consejo del Poder Judicial. Y, no se
pudo con el Constitucional, por las permanentes zancadillas del PP,
encabezada por el numerario del Opus Dei, Federico Trillo.
Ahora, quieren hacer la contrarreforma, con un apoyo de menos del
26% de la ciudadanía española, y sobre todo contra el 50% de la población, que
representan las mujeres.
Ruiz Gallardo, pretende nombra al Tribunal Constitucional de forma
vitalicia, aprovechando su mayoría parlamentaría. El objeto no es otro que
controlar en el futuro el cambio de las leyes, por partes de las fuerzas
progresistas. Y igualmente pretenden hacer con el Consejo del Poder Judicial,
con la falacia de que quitar la política de la justicia. La elección del CGPJ
por los propios jueces no le dan marchamo de apolítico, sino todo lo contrario,
se convierte en democracia orgánica, que tanto gustaba al caudillo.
Si Ruiz Gallardo quiere ser progresista como él se autodenomina,
sólo tiene que promover una Ley de elección de jueces y fiscales, como la de
los EE.UU.
Y que aprenda algo de la separación de poderes entre el Estado y
la Iglesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario